Un entierro a las puertas de Naím |
Sucedió, después, que marchó a una ciudad ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. Al acercarse a la ciudad Jesús vio pasar por delante de él un cortejo que iba a enterrar al hijo único de una mujer viuda. Se le enterneció el corazón y se adelantó hasta ella, diciéndole:
-No llores.
Y llegando hasta los que portaban las parihuelas en las que llevaban el cadáver envuelto en una sábana, hizo un gesto para que se detuvieran y, tocando el cuerpo, dijo:
-Muchacho, te lo digo yo, ¡levántate!
Se incorporó el difunto y, comenzó a hablar. Lo tomó Jesús de la mano y lo entregó a su madre.
Todos quedaron sobrecogido por la admiración y el temor, y glorificaban a Dios diciendo:
-Un gran profeta ha aparecido en nuestros días- -Y añadían-: Dios ha visitado a su pueblo.
La fama de este milagro corrió por toda Judea y por los países limítrofes.
(Lucas 7, 11-17)
(Texto adaptado por D. Samuel Valero. Editorial Alfredo Ortells, S.L. Valencia. página 188)
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS Objetivo.- Comprender que Jesús tiene compasión de los hombres.
Contenido.- El evangelista explica que Jesús se compadeció: quizá se
conmovería también exteriormente, como en la muerte de Lázaro. No era, no es
Jesucristo insensible ante el padecimiento. (Fernández Carvajal, Francisco. Hablar con Dios. Tomo III. Página 650 y 651. Ediciones Palabra.) Actividades.-
a) ¿Quién murió en el pueblo de Naím? b) ¿Qué le dijo Jesús al difunto? c) ¿Cómo glorificaban a Dios la gente? d) ¿De quién podemos tener compasión nosotros?
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de Teruel nº 141, de 29-IX-1999 |
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