Pero don Quijote insistió en que ya no estaba loco sino cuerdo,
y que ya no sería caballero ni pastor, sino Alonso Quijano el Bueno,
que había nacido hidalgo en una aldea de la Mancha. Tres días
siguió viviendo, en los que se desmayó muchas veces, hasta que
al fin le llegó el momento de su último suspiro y se fue para
siempre. El cura le pidió al escribano que dejase constancia de que
Alonso Quijano el Bueno, conocido como don Quijote, había muerto
en su casa de muerte natural, no fuera a aparecer otro Avellaneda
y lo resucitase para hacerle vivir nuevas aventuras.
Y con esto se acabaron las hazañas y desdichas de aquel hidalgo
que se dejó engañar por sus libros y murió cuerdo después de vivir
loco. Que en paz descanse allí donde esté.
FIN