Lección de 19. El deber

Dort, aunque había terminado de merendar, seguía sentado delante del televisor viendo los dibujos animados. Estaba así, cuando se le presentó de improviso el duende Huel.

   Los duendes son unos seres misteriosos. Hacen cosas raras que no se pueden explicar. Andan siempre por las altas terrazas de las casas, por los palomares y entre los cables que, como telas de arañas, cruzan los tejados de la ciudad. Pocos los pueden ver, y Dort es uno de esos pocos.

   Mientras estaba absorto con los dibujos animados, Huel se coló por la antena de la televisión, bajó por el cable, se asomó a la pantalla y le preguntó:

   – ¿Te gustan los dibujos?

   Dort, sorprendido, le contestó:

   – ¡Mucho!

   – ¿Y los deberes del cole? -insistió el duendecillo.

   – ¡No! -dijo Dort.

   – Pero, ¿qué es lo que ahora deberías estar haciendo?

   Dort se rascó la cabeza y no contestó; pero se levantó y apretó el botón del televisor. Mientras éste se apagaba, vio que el duendecillo le sonreía complacido. Dort pensó que la sonrisa de Huel era porque él iba a cumplir con su deber, aunque no le gustaba.

    Samuel Valero

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