Lección de 30. El caballo mágico

Hubo en tiempos remotos un rey entre los reyes de los persas que se llamaba Sabur, y era u  rey poderoso que tenía tres hijas, semejantes a tres resplandecientes lunas llenas o a tres jardines floridos. Este rey celebraba dos fiestas anuales, la de Año Nuevo y la de Migrgán (equinocio de otoño), y en ambas ocasiones acostumbraba abrir sus palacios. Sus súbditos acostumbraban también a cumplimentarle y a felicitarle con motivo del festival, llevándole presentes y esclavos.

   Un  cierto día de estos se presentaron ante él tres sabios. El primero llevaba un pavo real de oro; el segundo, una trompeta de bronce, y el tercero, un caballo de ébano y marfil. Y el rey les preguntó:

   – ¿Qué cosas son esas y qué utilidad tienen?

   El dueño del pavo real contestó:

   – Cada hora que pasa del día o de la noche, este pavo real agita las alas y lanza un grito.

   Y el dueño de la trompeta dijo:

   – La utilidad de esta trompeta consiste en que, si se la coloca a las puertas de la ciudad, servirá de guardián, pues tocará previniendo la presencia del enemigo.

   Y el dueño del caballo dijo:

   – La utilidad de este caballo consiste en que, si un hombre lo monta, le llevará sin vacilar al país que desee.

   En seguida hizo la prueba con el pavo real y lo encontró tal y como su dueño había dicho, y lo mismo con la trompeta.

   Como el rey había prometido darles lo que pidieran, les concedió a dos de sus hijas en matrimonio.

   Al momento se levantó el príncipe y montó sobre el caballo, pero por más que lo espoleó, no consiguió moverlo de su sitio. El sabio le indicó que girara una clavija para hacer mover el caballo.

   Y he aquí que al girar la clavija, el caballo se puso en movimiento y se remontó con su jinete a las altas regiones y voló y voló hasta desaparecer a la vista de los que lo contemplaban. Y según lo deseaba dirigía al caballo, tirándole de la rienda, y cuando quería bajaba y cuando quería subía.

   Anónimo

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