Lección de 33. Alguien te ve

Un hombre decidió meterse en el campo del vecino para robarle trigo.

    – Si cojo un poco de cada parcela –se dijo- nadie lo notará, pero para mí representará una buena parva de trigo.

    Así que aguardó una noche oscura, cuando gruesas nubes tapaban la luna y salió a hurtadillas de su casa. Llevó consigo a la hija menor.

    – Hija –susurró-, tú debes montar guardia y avisarme si alguien me ve.

    El hombre se metió en el primer campo para empezar a cosechar y al rato la niña gritó:

    – ¡Papá, alguien te ve!

    El hombre miró en torno pero no vio a nadie, así que tomó su trigo robado y pasó al segundo campo.

    – ¡Padre, alguien te ve! –exclamó de nuevo la niña.

    El hombre se detuvo, miró en torno, pero tampoco esta vez vio a nadie. Recogió más trigo y pasó al tercer campo.

Pasó un rato y la niña gritó:

    – ¡Padre, alguien te ve!

    Una vez más el hombre interrumpió la faena y miró hacia todas partes, pero no vio a nadie, así que recogió el trigo y pasó al último campo.

    – ¡Padre, alguien te ve!

El hombre dejó de cosechar, miró en torno y tampoco vio a nadie.

    – ¿Por qué diantre insistes en que alguien me ve? –preguntó airadamente a la hija-. He mirado por todas partes y no veo a nadie.

    – Padre –murmuró la niña-, alguien te ve desde arriba.

            (Cuento tradicional)

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