Lección de 37. Estrellas voladoras

– ¡Mamá, mamá, corre, ven a la ventana! –gritó María.

– ¿Qué pasa?

– Mira. ¡En el jardín hay estrellitas voladoras!

– ¡Qué bonitas son! –contestó la mamá. Pero no son estrellas: son luciérnagas. Se suelen ver en las noches de verano.

– ¿Son peligrosas las luciérnagas!. ¿Pican? –preguntó María.

– No son nada peligrosas –contestó mamá.

María bajó al jardín. Al poco rato volvió a subir gritando:

– ¡Mamá, mamá!. He cogido una luciérnaga y la he metido en este tarro de cristal. La voy a poner en mi cuarto y así me alumbrará toda la noche.

– ¡Oh, pobre luciérnaga!. ¿Crees de verdad que te va a alumbrar?. ¿No ves que ya no tiene luz?

– Porque las luciérnagas tienen luz solamente en la oscuridad –dijo María. Apaguemos la luz y ya verás, mamá.

La mamá apagó la luz. Pero la luciérnaga del tarro no daba ni un rayito de luz.

– ¿Y por qué no alumbra? –preguntó María.

– Porque está triste y se siente prisionera. ¿Qué harías tú si te encerraran?.

María comprendió que debía soltar a la luciérnaga. Se fue a la ventana y abrió el tarro. La luciérnaga salió volando dejando un rastro de luz.

(Silvana Carnevali)


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