Lección de 64. Quiere visitar a Dulcinea

   -Iremos a Zaragoza -anunció don Quijote al salir de la aldea-, donde
van a celebrarse unas solemnes justas (torneos) en las que podré
batallar contra otros caballeros y ganaré eterna fama por el valor de
mi brazo. Pero antes quiero ir al Toboso para visitar a mi señora
Dulcinea y pedirle su bendición.
   Cuando Sancho oyó aquello, toda su alegría se volvió en tristeza.
«Si don Quijote habla con Dulcinea», pensó, «descubrirá que no le llevé
su carta y me dejará sin ínsula», Estaba tan inquieto que, en el viaje al
Toboso, apenas abrió la boca, sino que caminó apenado y pensativo
como si solo esperara desgracias. Tres días les costó llegar a la patria
de Dulcinea, en la que don Quijote quiso entrar de noche para que su
visita fuese lo más discreta posible. Así que tuvieron que buscar su
palacio de princesa a la luz de la luna y sin ayuda de nadie, pues a
aquellas horas todo el Toboso dormía a pierna suelta.
   -Vamos, Sancho -dijo don Quijote-, guíame hasta el palacio de Dulcinea.
   -Verá, señor -respondió el escudero con un nudo en la garganta-, es que
ya no me acuerdo de dónde estaba, pero sin duda vuestra merced lo sabrá
mejor que yo, porque debe de haber visitado ese palacio millares de veces…
   _Ven acá, mentecato, ¿no te tengo dicho que jamás en  i vida he visto a
Dulcinea ni he pisado su palacio, y que estoy enamorado de oídas?
   -Ahora me entero -dijo Sancho-. Y confieso que, si vuestra merced no la
ha visto, yo tampoco.
   -¿Cómo que no la has visto? ¿Acaso no le trajiste mi carta?
   -Sí que se la traje, pero yo también vi a Dulcinea de oídas.
   -Sancho, Sancho, mira que no es momento de burlas…
-Lo único que recuerdo es que el palacio estaba en una callejuela sin salida…
   -¡Maldito seas, villano harto de ajos! ¿Dónde se ha visto un palacio en una
callejuela sin salida?
   -Será que aquí en el Toboso tienen la costumbre de levantar los palacios
en calles pequeñas… 

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