Antes, cuando estudiaba noveno grado, como Erika no entraba en el juego sexual que imperaba en la escuela, fue víctima de un fuerte acoso: los compañeros la insultaban, cantaban canciones obscenas en su presencia, incluso su casa fue objeto de acciones vandálicas; tuvo que cambiarse de colegio; su autoestima y su optimismo quedaron por los suelos. Ella afirma: ‘Muchos, víctimas de esos abusos, terminan creyendo lo que se dice de ellos y se hacen promiscuos, caen en un modelo de autodestrucción. Cuando me tocó vivir esa experiencia, hice todo lo contrario. Me sentí muy afortunada por tener unos padres y una comunidad de fe que me apoyasen. Por eso fui capaz de hablar de este tema. En lugar de abandonarme a la promiscuidad, opté por reafirmarme en mis creencias y defenderlas’. Decidió involucrarse en el Proyecto Reality, una organización no lucrativa, con sede en Chicago, pionera desde 1985 en impartir programas de educación en la abstinencia en escuelas públicas norteamericanas.