
1. Embriopatías y la salud de la madre
La medicina actual puede prever con alta certeza cualquier malformación del embrión humano o embriopatía. En el caso de que el diagnóstico confirme una malformación se plantea a los padres una situación dramática, ante la elección de un aborto o continuar con el embarazo. Desde el punto de vista médico se puede acudir a un tratamiento prenatal cuando sea posible o a una rehabilitación. Pero nunca puede provocar directamente la muerte de un ser inocente.
El no aceptar una minusvalía supone un cierto racismo de los sanos o como dice el doctor Lejeune un racismo cromosómico, que puede traer graves consecuencias para la humanidad.
No puede valorarse una vida por su normalidad o por su falta de productividad, sino por su intrínseca dignidad.
En otros casos se puede plantear el dilema de salvar la vida de la madre a costa de la vida del hijo. Actualmente este aborto terapéutico no tiene sentido por los avances de la Medicina. Las embarazadas, bien cuidadas y tratadas con los modernos adelantos de la ciencia, son capaces de llevar a cabo cualquier gestación.
Tampoco tiene consistencia la justificación del aborto por la salud mental de la madre. Los psiquiatras pueden eliminar cualquier problema psíquico provocado por el embarazo. Por otra parte, son los abortos los que producen muchas perturbaciones mentales en la madre.
2. Libertad para disponer del propio cuerpo
Ciertos grupos feministas, con pancartas diciendo que «mi cuerpo es mío», consideran que el feto es un apéndice de la madre, que puede eliminarlo según su voluntad. Esto es un error biológico. El feto que vive en el seño materno tiene un código genético propio, distinto de su madre, es decir, un organismo completamente diferenciado y nunca puede ser considerado como parte del cuerpo de la madre. Ésta podría tener cierto derecho sobre su cuerpo, pero el prenacido no es parte de su cuerpo: el el cuerpo de otro ser.
Otras veces se defiende el aborto cuando la mujer ha sido violada y puede sufrir un grave trauma. Pero en este caso el aborto ni resuelve el trauma ni lo reduce: al contrario, puede aumentarlo.
En algunos lugares se recurre al aborto para frenar el crecimiento de la población. Estudios de economistas y demógrafos actuales afirman que, en la práctica, el crecimiento de la población acaba constituyendo un factor de desarrollo económico.
3. El hijo no deseado
Algunos justifican el aborto cuando el embarazo se ha producido por «error» y se preguntan: ¿para qué tener un hijo que no se desea? Sin embargo, los benjamines o los últimos nacidos de un matrimonio suelen ser los más mimados, a pesar de que la mayoría de ellos han sido los menos deseados.
El doctor Lenoski en un estudio con 500 niños maltratados, comparó el trato recibido por los niños deseados y los que no, concluyendo que el 90% de los niños maltratados habían nacido tras un embarazo consciente y planeado.
El poner como condición de un ser humano la de ser deseado o querido por alguien para poder tener derecho a la vida, es un concepto realmente pavoroso: por lógica se seguirá que aquel «no deseado» podrá ser eliminado.
Otros están a favor del aborto para evitar los llamados clandestinos, que se suelen realizar sin los medios sanitarios necesarios y con personal no preparado. Esto no suele ser verdad, ya que el aborto clandestino se ejecuta, salvo en muy pocos casos, en lugares adecuados y por personal técnicamente bien adiestrado.
Por otra parte, con la legalización del aborto, el número de los clandestinos no disminuye en la proporción anunciada por los promotores, sino que a veces, incluso aumenta.