El fin más importante de toda persona, ya sea soltera o casada, es ir al Cielo cuando se muera. El esposo/a puede ayudar al otro a salvarse o a precipitarse al infierno.
Por eso a la hora de elegir a la pareja la mejor elección es que sea católica practicante. No es positivo empezar a discutir desde el principio de la salida como amigos sobre la asistencia a la Misa de los domingos o si usarán o no los anticonceptivos, o el bautismo y educación cristiana de los hijos. Pero es necesario que desde el primer momento del noviazgo ambos novios estén de acuerdo en estos asuntos.
¿Qué pasa si el otro es católico pero no practica? Habría que hablar y ayudarle a practicar en su vida cristiana. Si a los seis meses no se ha acercado a Dios ni a la Iglesia es probable que después de casados tampoco lo haga. Lo mejor sería buscar otro novio/a.
Para saber si el otro es católico y practica no es bueno preguntarle directamente, sino sacar la conversación y dejarle hablar. Si rehúsa estos temas, se le puede invitar a ir a Misa un domingo o rezar algo. Si dice que eso es algo personal, se le puede decir que el matrimonio es la relación más personal posible. En este terreno es mejor que no se transija. Aunque cueste encontrar un compañero/a adecuado, es preferible esperar y seguir buscando.
(T.G. Morrow. Noviazgo cristiano en un mundo super-sexualizado. Editorial Rialp. Madrid, 2008. Página 13).