Se ha de observar la forma de comunicación con el otro. Cuando hay algún aspecto del comportamiento del otro que disgusta, se ha de decir con sentido diplomático, sin herir. Por ejemplo, si el otro ha llegado tarde a la cita no sería prudente decirle: “eres una calamidad, me has dejado tirado/a mucho tiempo”, sino más bien: “¿has tenido algún problema para llegar tarde?, en la próxima ocasión estoy seguro/a de que llegarás puntual.” El truco está en decir los deseos en forma positiva, sin regañar.
– En la conversación entre los novios se ha de llegar a la intimidad. Una relación superficial puede ser incompleta y muy aburrida. Para llegar a la intimidad una pareja ha de ser capaz de compartir sus pensamientos más íntimos, sus sentimientos, sus sueños, sus temores y sus alegrías. Los dos novios podrían preguntarse y contestar a estas preguntas: ¿Qué es para mí lo importante? ¿Cuáles son mis metas en la vida? ¿Cuál es mi fuerza y mi debilidad? En general, los hombres suelen tener más problemas en manifestar sus sentimientos que las mujeres. Por eso algunas se quejan de que sus novios o maridos no comparten su interioridad, sus temores y alegrías con ellas. Aún sería más grave que el hombre no desee compartir su intimidad con la mujer, porque la intimidad es lo único que puede unir a una pareja. Si este problema se comprueba y no mejora podría ser motivo de romper el noviazgo.