Lección de Camino del Calvario

Cuando le llevaban echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que lloraban y se lamentaban por él. Jesús volviéndose a ellas, les dijo:

   – Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos, porque he aquí que vienen días en que se dirá: dichosas las estériles y los vientres que no engendraron y los pechos que no amamantaron. Entonces comenzaron a decir a los montes: caed sobre nosotras; y a los collados: sepultadnos; porque si en el leño verde hacen esto, ¿qué se hará en el seco? Llevaban también con él a dos malhechores para matarlos. (Lucas 23, 26-32)


El Señor ha querido ser ayudado por el Cirineo para enseñarnos a nosotros -representados en Simón- hemos de ser corredentores con Él. «El amor a Dios nos invita a llevar a pulso la Cruz, a sentir también sobre nosotros el peso de la humanidad entera, y a cumplir, en las circunstancias propias del estado y del trabajo de cada uno, los designios, claros y amorosos a la vez, de la voluntad del Padre» (Es Cristo que pasa, n.97).

(Pintura: Cristo llevando la Cruz. EL GRECO. Museo del Prado. Madrid).

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