
Los matrimonios que funcionan bien suelen cuidar las cuestiones de tipo afectivo. La correcta comunicación conyugal es más afectiva que de conocimiento. No consiste simplemente es ser más cariñoso o afectuoso con el otro. Implica principalmente desarrollar competencias o habilidades emocionales, tales como comprender al otro y saber adaptarse a su forma de ser.
La capacidad de hacer un uso inteligente de las emociones tiene dos dimensiones: una consiste en el autodominio de las emociones, que implica controlar las emociones negativas, como la inseguridad, la ansiedad, la irritabilidad, etc. y aprender a descomplicarse, a desdramatizar y no culpabilizar a los demás. La otra dimensión consiste en utilizar las emociones de forma positiva, de forma que el entusiasmo, la compasión, la ternura y la alegría se pueden convertir en factores de motivación y de comunicación.
Una capacidad muy importante es la empatía. Es la capacidad de comprender a otra persona y hacer que se sienta comprendida. Las personas con poca empatía padecen sordera emocional, es decir, que están incapacitadas para detectar los estados de ánimo de los demás.
(Pintura: Sagrada Familia con Juan Bautista.MENGS, Antón Rafael. Colección privada)