Otros ejemplos para mejorar el dominio de sí mismo:
— Privarnos de lo que debamos privarnos. Se ha dicho que sólo poseemos realmente aquello de que somos capaces de privarnos.
— En las comidas, por ejemplo: comer lo que nos sirvan, no llenarse de caprichos, atenerse a los regímenes y horarios de comida, no atiborrarse, etc. Es sorprendente ver cómo muchos hombres y mujeres pierden el dominio de su voluntad precisamente cuando se sienten a la mesa.
— Aprender a oponerse, a decir que no si hay que decir que no, con claridad y fuerza. Algunos confunden el dominio propio con sufrir todo ataque con mansedumbre de cordero y recibir cualquier ofensa sin réplica alguna, y no es eso. Muchas veces habrá que plantarse, pero sin perder la elegancia y la mesura ni olvidar los buenos modales.
Texto de Alfonso Aguiló. Educar el carácter. Ediciones Palabra. Pág. 143-145.