
Objetivo:
Aprender a confesarse bien.
Jesucristo, que es Dios, en su amor infinito, estableció el Sacramento de la Penitencia, que sirve para perdonar los pecados cometidos después del Bautismo. Y este poder de perdonar los pecados lo reciben todos los sacerdotes.
Por eso, para confesarse bien, se necesitan cinco cosas:
1º. examen de conciencia, que consiste en recordar los pecados que hemos cometido;
2º. dolor de los pecados, que consiste en tener pena de haber ofendido a Dios por ser infinitamente bueno, o porque nos puede castigar;
3º. propósito de la enmienda, que es una firme resolución de no volver a pecar;
4º. confesión de boca, que consiste en manifestar todos los pecados mortales al confesor: es provechoso manifestar también los pecados veniales, pero no es obligación;
5º. cumplir la penitencia que nos imponga el confesor.
Jesús, para animarnos a hacer una buena confesión, nos dice: «Yo os digo que en el Cielo será mayor la alegría por un pecador que haga penitencia que por noventa y nueve justos que no necesitan de penitencia (Lucas, 15.)