
Amar a la mujer aunque con el paso de los años haya perdido en algo su aspecto físico.
Prestar más interés y tiempo a la mujer y a los hijos que al trabajo, al coche o al ordenador.
Al volver a casa, dedicarse a escuchar a la mujer y a los deberes de los hijos. Ya quedará tiempo para leer el periódico y ver la televisión.
No quejarse demasiado, con lamentaciones, de los problemas del trabajo.
Cuidar las relaciones con otras mujeres, como secretaria o compañeras de trabajo, para evitar que nazcan los celos de la esposa.
Tener bien apuntadas las fechas significativas de la boda, nacimiento de los hijos, etc. para recordárselo amablemente y comprándole algún obsequio.
No tener vergüenza de decirle que le quieres pues esto siempre le gustará a tu esposa.
(Pintura: Concierto en un balcón. HONTHORST, Gerrit van. Museo de Louvre. París).