Renovar libremente el amor de entrega aunque a veces resulte costoso.
Volver a enamorar al otro cónyuge cada jornada a base de detalles pequeños.
Evitar todo lo que moleste al otro y hacer todo lo posible para satisfacerlo.
Aceptar al otro con sus defectos y limitaciones y ayudarle a superarlos.
Evitar que el trabajo y las relaciones sociales resten tiempo a la mujer (marido) y a los hijos.
Tomar las decisiones familiares entre los dos, cediendo en algo si es preciso y sin protestar si se deriva algún inconveniente.
No alimentar los celos porque es señal de falta de confianza hacia el otro.
Respetar la autonomía y libertad del otro en cuanto a sus aficiones, amistades y relaciones con Dios.
Conseguir que en la familia haya un ambiente de alegría y buen humor.
Evitar que los padres de ambos se entrometan en la vida del matrimonio.
No discutir nunca delante de los hijos y recomponer la paz pidiendo perdón y con un acto de amor.

(Pintura: Una señorita y dos caballeros. VERMEER VAN DELPT. Museo Hergoz Anton-Ulrich).