Durante la revolución francesa del año 1793, el señor Carrier, que no creía en Dios le dijo a un campesino de la ciudad de Nantes:
– Nosotros vamos a derribar vuestros campanarios y vuestras iglesias. El campesino le respondió:
– Es posible, pero nos dejaréis las estrellas, y mientras este alfabeto del buen Dios exista nos servirá para enseñar a nuestros hijos a deletrear su nombre adorable.
Como vemos, para probar que Dios existe, no hacen falta grandes discursos, basta con abrir los ojos y contemplar las maravillas de la creación.
(Pintura: San Juan en Patmos. FOUQUET, Jean. Museo Condé. Chantilly)