
Dios creó al hombre
Dice el Antiguo Testamento que Dios fue creando a todos los seres de la tierra y del cielo. Los inferiores son los de naturaleza inanimada (sin vida), como las piedras; después vienen las plantas (que crecen, se reproducen y no se mueven); después los animales (que se mueven), y por fin el hombre, compuesto de cuerpo y alma, con mayor dignidad que los anteriores. El hombre es el rey de la creación visible. Por encima del hombre, los ángeles son las criaturas más perfectas.
El hombre es un ser:
– RACIONAL o inteligente. Los animales no piensan, pero el hombre puede pensar y hablar con palabras. Tiene entendimiento.
– LIBRE. Los animales actúan por instintos, pero el hombre es libre para elegir una cosa u otra; puede hacer el bien o el mal. El hombre es libre pero también es responsable de sus actos. El hombre tiene voluntad para decidir.
Nuestros padres han sido colaboradores de Dios para darnos la vida del cuerpo. El alma ha sido creada directamente por Dios. Nuestra alma es espíritu y no morirá nunca, es decir, que es inmortal.
El hombre ha sido creado para conocer, amar, servir y obedecer a Dios en la tierra y después gozar de Dios para siempre en el cielo.
Somos hijos de Dios
Como vemos en el dibujo del comienzo, después de confesar y sin pecado mortal, la gracia llega al alma y nos hacemos hijos de Dios. Entonces en el hombre se distingue el cuerpo, el alma y la gracia, que nos eleva a la dignidad de hijos de Dios. Sin la gracia, el hombre es un ser incompleto.
En el Salmo II se dice: «Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy». Estas palabras se refieren principalmente a Cristo pero también a cada uno de los cristianos que somos hijos adoptivos de Dios por el Bautismo.