
Cristo fundó una sola Iglesia; Él habló de un solo rebaño y un solo pastor. La verdadera Iglesia fundada por Cristo es una, santa, católica y apostólica, como decimos en el Credo.
Es una, porque tiene un solo Papa, una misma fe y los mismos sacramentos.
Es santa, porque santísimo es Jesucristo que la fundó, sana su doctrina y santos los medios para hacernos santos (los sacramentos). Además, siempre hubo, hay y habrá santos en la Iglesia.
Es católica, que significa universal, porque llama a todos a su seno y está extendida por todas partes. Durará hasta el fin del mundo y en todos los lugares es la misma: el mismo Papa, el mismo credo y los mismos sacramentos.
Es apostólica, porque está fundada sobre los apóstoles y enseña la doctrina que ellos enseñaron. El Papa y los obispos son los legítimos sucesores de Pedro y de los demás Apóstoles.
La Iglesia de Jesucristo es hoy la Iglesia Católica, porque sólo en ella se cumplen esas propiedades y es la única que posee todos los medios de salvación que Cristo quiso dar a su Iglesia.
Amar a Cristo es amar a su Iglesia
Dice San Cipriano que «no puede tener a Dios quien no tiene a la Iglesia como Madre». Después de saber un poco más lo que es la Iglesia, entendemos que sería un grave error aceptar a Cristo y rechazar a la Iglesia. Sería una actitud contradictoria porque Jesucristo la instituyó para predicar su doctrina y administrar la gracia a los hombres como instrumentos de salvación.
Deberes que tenemos para con la Iglesia
¡Qué regalo más grande nos ha hecho el Señor al pertenecer a su Iglesia! Por eso, con agradecimiento y amor, decimos: «Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica».
Los deberes para con nuestra Madre la Iglesia son: creer lo que la Iglesia enseña; cumplir lo que nos manda; amarla de verdad sintiéndonos felices y honrados de pertenecer a ella. Como el amor se demuestra con obras, hemos de rezar por la Iglesia: por el Papa y los obispos, por los sacerdotes y todos los cristianos. De modo especial, al oír la Santa Misa podemos ofrecerla por la Iglesia, por las intenciones del Papa y del obispo propio. Además, hemos de ayudarla en sus necesidades.