
Había allí un hombre paralítico hacía treinta y ocho años y al verlo Jesús le dijo: – ¿Quieres ser curado?
El enfermo le respondió: – Señor, no tengo hombre que me meta en la piscina cuando el agua se ha removido; porque mientras yo voy, llega otro antes que yo.
Jesús le dijo: – Levántate, toma la camilla y anda.
Y al instante fue curado aquel hombre, tomó su camilla y se fue.