Lección de Destrucción de Jerusalén

Entonces comenzó Jesús a decirles:

– Mirad que nadie os engañe. Muchos vendrán en mi nombre diciendo: yo soy; y seducirán a muchos. Cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis; pues es necesario que esto ocurra, pero todavía no es el fin. Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá terremotos en diversos lugares; habrá hambre. Esto es el comienzo de los dolores.

   Vosotros estad alerta: os entregarán a los tribunales, y seréis azotados en las sinagogas, y compareceréis por causa mía ante los gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos. Pero es necesario que antes sea predicado el Evangelio a todos los pueblos. Y cuando os conduzcan para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, sino decid lo que se os comunique en aquella hora, pues no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. Entonces el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo, y se levantarán los hijos contra los padres y los harán morir. Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará. (Marcos 13, 5-13).


Las persecuciones y las dificultades no tienen que aminorar el celo apostólico de los discípulos, sino más bien activarlo, pues siempre debe ser un estímulo eficaz esta promesa de Cristo. Es más, Nuestro Señor cuenta con nosotros para esta tarea, verdaderamente apostólica, de propagación del Evangelio.

(Pintura: Cristo en casa de Marta y María. VELÁZQUEZ, Diego Rodríguez de Silva y. Galería Nacional de Scotland. Edimburgo).

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