a) Rezar a la Virgen al levantarse y al acostarse. A las madres les gusta que se les salude por la mañana y se les despida por la noche. A la Virgen -nuestra Madre- también le gusta. Podemos hacerlo rezando tres avemarías y alguna oración, por ejemplo: «¡Oh Señora mía, oh Madre mía…!».
b) Venerar sus imágenes. En las iglesias, calles, plazas, casas, los cristianos han puesto cuadros e imágenes de la Virgen para que nos sea fácil acordarnos y acudir con frecuencia a Ella. Al ver su imagen y mirarla, podemos decir una jaculatoria.
c) El «Ángelus» o «Reina del Cielo«. Muchos cristianos tienen la costumbre de rezar a las doce de la mañana el Ángelus, o en el tiempo pascual el Reina del Cielo. Con esta oración le recordamos a la Virgen momentos tan importantes de su vida como la Encarnación y Resurrección de su Hijo.
d) El Santo Rosario. Se van repitiendo las avemarías mientras se meditan los diversos misterios de nuestra Redención. Es una tradición muy arraigada entre los cristianos y vivamente recomendada por la Iglesia. Nos puede ayudar para querer más a la Virgen, y sabemos que a Ella le agrada mucho.

e) El mes de mayo. En este mes, la Iglesia desea honrar de modo especial a la Virgen; se adornan los altares con flores y se puede tener todos los días algún detalle con Nuestra Señora.
f) El escapulario del Carmen. La Virgen prometió a San Simón Stock (siglo XIII) que los que murieran con su escapulario no se condenarían. El llevarlo nos recuerda a nuestra Madre y permite acudir a Ella en todo momento.
g) El sábado, dedicado a la Virgen. La Iglesia ha querido señalar el sábado para que honremos a la Virgen. Aparte de vivir mejor las devociones marianas, podemos rezar o cantar la Salve.
h) Las visitas a un santuario mariano. En todo tiempo, pero de modo particular durante el mes de mayo, los cristianos visitan los santuarios e imágenes de la Virgen, para honrarla y aumentar así su devoción. Se puede ir rezando el Rosario con espíritu de recogimiento y mortificación.
i) Las fiestas de la la Virgen. A lo largo del año, la Iglesia celebra con gozo las fiestas de la Santísima Virgen. Nosotros debemos unirnos a ese gozo, celebrándolas con alegría. Las principales son:
1 de enero: Santa María, Madre de Dios.
2 de febrero: La Purificación de Nuestra Señora.
25 de marzo: La Anunciación.
15 de agosto: La Asunción al cielo en cuerpo y alma.
8 de septiembre: La Natividad de María.
12 de octubre: La Virgen del Pilar.
8 de diciembre: La Inmaculada Concepción.
Aumentar siempre el amor a la Virgen
La vida del cristiano es un caminar hacia Dios: de Él venimos y hacia Él vamos. La Virgen nos acompaña, protege y ayuda. Debemos aumentar nuestro amor a Ella tratándola con especial cariño, ofreciéndole cosas, acudiendo con más confianza a su poderosa intercesión, viviendo las devociones que hemos señalado. Nuestro amor a la Virgen debe ser grande, constante y siempre creciente.