
Este sacramento produce dos clases de efectos: los unos relativos al alma y los otros al cuerpo. Los relacionados con el alma son:
– Aumenta la gracia santificante.
– Perdona los pecados veniales, y aún los mortales, cuando el enfermo no puede confesarlos, con tal que en su corazón tenga al menos atrición, con arrepentimiento.
– Borra las reliquias del pecado, es decir, una parte de las penas temporales.
– Le da fuerzas para resistir las tentaciones, a soportar los sufrimientos de la enfermedad y a ofrecer a Dios el sacrificio de su vida.
El relacionado con el cuerpo es:
– Le concede la salud del cuerpo si le conviene y mitiga o debilita los sufrimientos de los enfermos.
Los familiares y los que asisten al enfermo no han de esperar a que el enfermo esté ya en agonía; lo prudente es que esté plenamente lúcido. Si ya ha perdido el conocimiento o se duda si vive, se le administra la Unción bajo condición.