

El agua de lluvia forma múltiples arroyuelos que arrastran materiales sueltos y disgregables, desgastando poco a poco las rocas y produciendo surcos y pequeños barrancos. Si las rocas son solubles, como la caliza, el terreno se cubre por una red de canales irregulares separados por crestas que lo hacen intransitable.
En las altas montañas, las grietas de las rocas se llenan de agua, que con el frío, se transforma en hielo. Éste actúa como una cuña, produciendo la rotura de las rocas. Es lo que observamos en los dibujos superiores.