Lección de El asno y el cochino

Envidiando la suerte del cochino,

un asno maldecía su destino.

-Yo, decía, trabajo y como paja;

él come harina, berza y no trabaja;

a mí me dan palos cada día;

a él le rascan y halagan a porfía.


Así se lamentaba de su suerte,

pero luego que advierte

que a la pocilga alguna gente avanza,

en guisa de matanza,

armada de cuchillo y de caldera,

y que con maña fiera 

dan al gordo cochino fin sangriento,

dijo entre sí el jumento:

-Si en esto para el ocio y los regalos,

al trabajo me atengo y a los palos.

        Félix Mª de Samaniego.

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