
En una larga jornada
un camello muy cargado
exclamó ya fatigado:
«¡Oh, qué carga tan pesada!»
Doña Pulga, que montada
iba sobre él, al instante
se apea, y dice arrogante:
«Del peso te libro yo».
El camello respondió:
«Gracias, señor Elefante».
Samaniego