
2. El Cántico de María: Magnificat
María exclamó:
Mi alma glorifica al Señor,
y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador:
porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava;
Por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las naciones.
Porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso,
cuyo nombre es Santo,
cuya misericordia se derrama de generación en generación
sobre los que le temen.
Manifestó el poder de su brazo,
dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono
y ensalzó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos,
y a los ricos los despidió sin nada.
Acogió a Israel su siervo,
recordando su misericordia,
según había prometido a nuestros padres,
a Abrahan y a su descendencia para siempre.
María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
—
Hemos de pedir al Señor que no nos deje caer en esta tentación de orgullo. La soberbia es el peor de los pecados y el más ridículo. La soberbia es desagradable, también humanamente: el que se considera superior a todos y a todo, está continuamente contemplándose a sí mismo y despreciando a los demás, que le corresponden burlándose de su vana fatuidad.
(Pintura: La Visitación. GIOTO de Bondone. Iglesia de San Francisco. Asís. Italia)