
La muerte llega inevitablemente a cada hombre, porque -queramos o no- es el desenlace natural de la existencia. Normalmente, llega con la enfermedad grave o a causa de la vejez.
Para afrontar con dignidad y provecho ese momento de la vida, Dios socorre al cristiano con la Unción de enfermos, remedio y ayuda poderosa para sobrellevar con Cristo la enfermedad y salir al paso de la muerte fortalecidos con la gracia especial del sacramento. Aunque encuentra cierta resistencia en algunos fieles, que no quieren encararse con la muerte, la prudencia cristiana dicta que debemos estimar y desear este sacramento como un regalo de la misericordia de Dios. No estaría mal pedir cada día el favor de recibir debidamente el sacramento de la Unción de enfermos.
Qué es la Unción de enfermos
Jesucristo ha previsto un remedio saludable para cualquier necesidad de la vida sobrenatural, y en los últimos momentos de la existencia el demonio monta la gran batalla, necesitando el alma de auxilios especiales. Estos auxilios han sido vinculados por Jesucristo a la Unción de enfermos, sacramento instituido para alivio espiritual y también corporal del cristiano gravemente enfermo. Por este sacramento el cristiano se une a Jesucristo para tener los mismos sentimientos que tuvo Él ante el dolor y la muerte.
Jesucristo instituyó este sacramento
El sacramento de la Unción de enfermos fue instituido por Cristo, aunque lo promulgó el apóstol Santiago, que muestra la tradición de la Iglesia cuando dice: «¿Alguno de vosotros está enfermo? Que haga llamar a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor; y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor le aliviará; y si tiene pecados, le serán perdonados» (Santiago 5,14-15).