
La comunicación clara y sincera entre los cónyuges es la fuente de gozo, de paz y de superación de la soledad. Por el contrario, el fracaso de algunos matrimonios se debe a la progresiva incomunicación, a cerrarse en un monólogo personal que le aísla del otro y termina en la soledad.
El diálogo es la conversación entre dos o más personas que exponen sus ideas alternativamente. Por el contrario, monólogo es el discurso que mantiene una persona consigo misma.
A veces entre el marido y la mujer no surge fácilmente el diálogo. No son capaces de dar a conocer su amor. Les cuesta hablar, abrir la propia intimidad, expresar los sentimientos, ilusiones, afanes y preocupaciones. Aunque se aman, no tienen la habilidad de expresar su afecto con palabras. Quizás muchos cónyuges tendrán que esforzarse para decir con palabras lo que sienten. Tendrán que aprender a «perder el tiempo» en hablar, para conseguir una comunicación permanente y un encuentro de corazones.
(Pintura: La cena. HONSHORST, Gerrit van. Galería de los Uffizi. Florencia).