
Estando en el establo, le llegó a María la hora del parto y tuvo a su hijo Jesús; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre.
María estaba muy contenta adorando a su Niño Dios y José miraba intensamente a Jesús intentando comprender aquella maravilla.
¡Qué humilde lugar eligió el Hijo de Dios para nacer en la tierra!