
Adán y Eva desobedecieron a Dios
El primer hombre que Dios creó fue Adán y la primera mujer se llamó Eva. Dios los puso en un lugar estupendo llamado Paraíso terrenal. Allí eran muy felices: eran sus amigos y no sufrían ningún mal. Pero Dios quería que demostraran su amor obedeciéndole y les puso esta prueba: «Podéis comer de los árboles del Paraíso; pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comáis, porque si coméis, moriréis».
El demonio tomó forma de serpiente y le dijo a Eva que si comía de ese árbol sería como Dios y que tenia que comer del fruto prohibido. Hizo caso al demonio, comió de la fruta y desobedeció a Dios. Después dio de comer a Adán y también tomó la fruta.
Ambos cometieron un pecado grave de desobediencia que se llama el pecado original. Es el primer pecado que cometimos los hombres. Adán y Eva perdieron la amistad con Dios y un ángel los expulsó del Paraíso y les cerró las puertas del cielo.
Consecuencias del pecado original
Adán y Eva fueron castigados por su desobediencia y pedieron el don de la gracia; fueron expulsados del Paraíso y quedaron sometidos a la lucha de las pasiones, al dolor y a la muerte.
También nosotros, por ser descendientes de Adán, nacemos en pecado original, es decir, sin gracia, estamos sujetos al sufrimiento, a la muerte e inclinados al pecado. La única criatura que no heredó el pecado original fue la Virgen María porque estaba destinada a ser la madre de Jesús.
El Bautismo nos quita el pecado original y nos devuelve la gracia
A pesar del pecado, Dios se compadeció de los hombres y les prometió que enviaría a su Hijo, el Redentor, que salvaría a la humanidad del pecado y de sus consecuencias.
