Lección de El sacerdote es un hombre consagrado a Dios para siempre

En virtud del sacramento del Orden el sacerdote es ministro de Cristo, mediador entre Dios y los hombres para dar culto a Dios -adoración, acción de gracias, satisfacción e impetración- y para comunicar la gracia a los hombres.

    Los poderes que se le otorgan, que no tienen ni siquiera los ángeles, no son pasajeros sino permanentes. Las personas que reciben este sacramento reciben un  carácter indeleble y son sacerdotes para siempre. El carácter distingue al ordenado de los demás fieles: participa del sacerdocio de Cristo de un modo esencialmente distinto. Junto con el carácter recibe otras gracias en la consagración sacerdotal para asemejarse con Cristo, de manera que todo sacerdote puede decirse que es otro Cristo.

    Este sacramento sólo pueden recibirlo los varones bautizados que reúnan las debidas condiciones.

Ministerio de los sacerdotes

   Hemos visto que el sacerdocio da potestad para ejercer el sagrado ministerio, que mira al culto de Dios y a la salud de las almas. Las manifestaciones principales del ministerio de los sacerdotes son:

    a) Predicar la Palabra de Dios. El sacerdote ejerce este ministerio cuando predica la homilía dentro de la Misa, al dar catequesis y en múltiples ocasiones: meditaciones, retiros, cursos de retiro, charlas de formación doctrinal religiosa, etc.

    b) Administrar los sacramentos y especialmente celebrar la Santa Misa. Desde que el cristiano nace hasta que muere, está junto a él el sacerdote ayudándole con los sacramentos. Pero el ministerio principal de los sacerdotes es celebrar el santo sacrificio de la Misa.

    c) Guiar al pueblo cristiano hacia la santidad. Los sacerdotes tienen la misión y el deber de apacentar como buenos pastores la grey que les ha sido confiada por el obispo: con oración y mortificación, ayudándoles en sus necesidades, acompañándoles en momentos difíciles y con la insustituible tarea de la dirección espiritual, para que los hombres quiten los obstáculos que impiden recibir la gracia de Dios.

    d) Dirigir al Señor la oración oficial de la Iglesia, con el rezo de la Liturgia de las Horas. Si todos los hombres deben rezar para honrar a Dios y pedirle por tantas necesidades, con mayor motivo debe hacerlo el sacerdote. Palpa como ninguna otra persona las miserias y necesidades verdaderas de los hombres. Por eso, la Iglesia ha mandado que los sacerdotes recen diariamente el Oficio Divino. Es un clamor que sube continuamente de la tierra al cielo, de tal modo que se puede decir que durante las veinticuatro horas del día la Iglesia está rezando oficialmente por medio de sus ministros.

La misión espiritual del sacerdote

   De todo lo que hemos visto se deduce que la misión del sacerdote en el mundo es fundamentalmente espiritual: conducir a los hombres a Dios, educándolos en la fe y dándoles la gracia de Cristo contenida en los sacramentos. Es sacerdote es servidor de toda la comunidad cristiana y elemento de unidad. Es lógico que se le distinga, incluso en su porte externo, como ordena la Iglesia, y que tenga el día completamente lleno con su actividad sacerdotal, sin tiempo para dedicarse a otras cosas, y mucho menos interfiriendo en las tareas propias de los fieles laicos.

Deberes de los fieles para con los sacerdotes

   Siendo tan grande la dignidad del sacerdote y tan esencial su función en la Iglesia, es lógico que los padres dejen a sus hijos en plena libertad para seguir la vocación si Dios les llamase al sacerdocio. Los fieles deben rezar para que Dios se digne conceder a su Iglesia buenos pastores y ministros celosos. Deben profesar un gran respeto, veneración y amor a los sacerdotes, considerándolos como lo que son: ministros de Cristo, padres y pastores de las almas. Por eso deben ayudarles también con generosidad en sus necesidades materiales.

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