Lección de Enamoramiento

Primera parte

   Un chico y una chica empiezan a enamorarse cuando se encuentran a gusto juntos y se entienden de las cosas que hablan. Parece que el uno no puede vivir sin el otro, les gustaría estar siempre juntos y de los asuntos que hablan parece que nunca llegan al final.

   El enamoramiento significa encaprichamiento, una atracción emocional del otro, que parece incontrolable, pero que no lo es. Juan Pablo II decía en sus charlas sobre la teología del cuerpo: “Según Platón, eros representa la fuerza interior que atrae al hombre hacia todo bien, verdad y belleza”. (1). Entre los novios significa el profundo deseo por el bien, la verdad y la belleza del otro. Esto se opone a la connotación freudiana actual, de que el amor es una mera atracción sexual. El enamoramiento desea poseer el conjunto de la persona, no solamente su cuerpo: en este sentido el enamoramiento es mucho más poderoso que la atracción sexual y ayuda a las parejas a vencer las dudas ante el compromiso de un matrimonio para toda la vida.

Segunda parte

    El estar enamorado/a no significa que se deba entregar al otro por mucho que se empeñe. Caben otras manifestaciones de cariño, pero “hacer el amor”, o entregarse sexualmente, hay que reservarlo para el matrimonio. La relación sexual es algo mucho más profundo que el sentimiento del enamoramiento: simboliza la entrega, exclusividad, una donación total, un amor tan rico que desea dar a luz una nueva vida con la que compartir ese amor.

   El enamoramiento se debilita por dos razones: primero, porque crece con el misterio y el misterio se desvanece con la familiaridad. Segundo, porque el amor es limitado y necesita ser alimentado por el amor de donación o de entrega, como estar pendiente del otro, ayudarle, alegrarle la vida y respetarlo.

Tercera parte

   Si no se alimenta el amor humano, morirá como mueren todas las cosas meramente humanas. Éste suele ser el inicio del fracaso de muchas parejas que terminan en el divorcio. El cariño romántico es la manifestación más honesta del enamoramiento, con caricias, abrazos y besos y expresa una pura gratitud y un deleite en la felicidad del otro, que me ha dado semejante felicidad.

(1) Juan Pablo II. Bienaventurados los limpios de corazón.


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