La mujer ha de conseguir que el enfado con su pareja sea sin aspereza y sin enfrentarse con él. Esto lo puede lograr con el enfado festivo, semejante al de los niños. Puede simular que se enfada y decirle a él que no va a hablarle y cuando se va, mirar hacia atrás para ver si él se lo toma en serio. Esta exageración infantil le hace gracia al hombre y termina riéndose. Este enfado festivo es mucho mejor que la aspereza de una mujer amargada o el silencio rencoroso.
Se podrían señalar tres normas de actuación:
a) Eliminar las palabras bruscas, el odio, el resentimiento y la violencia. Si alguna vez uno de ellos se siente herido por un desprecio o humillación, ha de esforzarse en perdonar y olvidar cuanto antes el incidente.
b) La mujer ha de usar adjetivos que destaquen la masculinidad del hombre, llamándole fuertote, bruto, oso peludo, grande o cosas por el estilo. Nunca tratarlo con un diminutivo, como pequeñín o debilucho.
c) Exagerar las palabras. Si él la ha herido en algo puede decirle: “¿cómo un fuertote como tú te atreves a meterte con esta pobre mujer?”.