
Objetivo:
Hacer siempre la voluntad de Dios.
En el Padrenuestro rezamos: «Hágase tu voluntad». Quiere decir que hagamos la Voluntad de Dios en todos los acontecimientos de la vida, buenos y malos. Las guerras, el hambre, los sufrimientos, etc., Dios los permite en sus inescrutables designios.
Dios obra a veces de forma Incomprensible para nosotros. Pero debemos aceptar con humildad la cruz que Dios nos envía y meditar lo que nos dice Cristo: «Si alguno quiere venir en pos de MI, niéguese a si mismo, tome cada día su cruz y sígame». (Lucas, 9.)
Pero también es verdad que ante el dolor hemos de poner serenamente, y con la ayuda de Dios, los medios humanos para remediarlo. Jesús nos anima acudir a El en busca de su ayuda: «Venid a Mi todos los que están fatigados y cargados, que yo os aliviaré». (Mateo, 11.)
El dolor posee un bien para nosotros que sólo Dios lo ve. El dolor es permitido por un Dios de Infinito Amor, luego es bueno cuando El lo permite.
Pidamos a Dios valentía para llevar la cruz que Él nos envía.
El dolor, además nos purifica de nuestros pecados, nos recuerda que tenemos un Cielo que conquistar, nos hace elevar el corazón a Dios nuestro Padre en demanda de socorro y vemos mejor nuestra pequeñez.