Lección de ¡Fuera los Alpes!

Napoleón estaba reunido con sus mejores generales. Sobre una gran mesa tenía extendido el mapa de Europa. Estudiaba la ruta que debía seguir su ejército para conquistarla. De pronto alguien le hizo notar que los Alpes cortaban el paso de sus soldados y de sus cañones. Napoleón reflexionó unos instantes. Todos guardaban silencio. De repente, contestó sin inmutarse: “Entonces, ¡fuera los Alpes!”. Y en una región donde caminar era imposible, trazó la célebre ruta del Simplón.

    Tú y yo, también tenemos obstáculos para conquistar la amistad con Jesucristo: Tus Alpes y los míos son la pereza, la desgana, la comodidad, pensar sólo en nosotros, la debilidad, el desánimo, la cobardía de los que llevan una vida cómoda. Son cadáveres. Cosas muertas. Desprécialos. Con ellos sólo conseguirás una vida estéril y triste. Ten la bravura de apartarlos de tu camino. Lucha con heroísmo. Rebélate. No te dejes dominar. No seas débil. “No pierdas tus energías y tu tiempo, que son de Dios, apedreando los perros que te ladren en el camino. Desprécialos” (Camino, n. 14).

    Miguel Ángel Cárceles. La aventura de acercarse a Dios. Juvenil Mundo Cristiano.

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