Me pareció que abajo, muy abajo, entre aquellos remolinos turbios, veía una barca con la quilla al descubierto; las olas la lanzaban como un ariete contra las peñas y, al chocar, crujía como si se quejara dulcemente. El mar tomó un color de tinta; el viento murmuró con más fuerza; las olas siguieron mugiendo y mugiendo.
PÍO BAROJA
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