Sabemos que el Espíritu Santo es el «dulce huésped del alma», que está dentro de nosotros cuando vivimos en gracia. De la misma manera que tratamos al Padre y a Jesucristo, hemos de acostumbrarnos a hablar con el Espíritu Santo, nuestro santificador. Al Espíritu Santo hemos de pedirle de modo especial sus siete dones, tan necesarios para vivir de verdad como cristianos:
– El don de sabiduría, que nos hace saborear las cosas de Dios.
– El don de entendimiento, que nos ayuda a entender mejor las verdades de nuestra fe.
– El don de consejo, que nos ayuda a saber lo que Dios quiere de nosotros y de los demás.
– El don de fortaleza, que nos da fuerzas y valor para hacer las cosas que Dios quiere.
– El don de ciencia, que nos enseña cuáles son las cosas que nos ayudan a caminar hacia dios.
– El don de piedad, con el que amamos más y mejor a Dios y al prójimo.
– El don de temor de Dios, que nos ayuda a no ofender a Dios cuando flaquee nuestro amor.
Algunas oraciones dirigidas al Espíritu Santo
– «Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo».
– «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».
– «Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor».
– «Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz».
