
1. Aunque antiquísimo (usado ya por Zoroastro en el Zend-Avesta, 1000 a.C.), es un procedimiento didáctico universalmente empleado para despertar y dirigir la actividad reflexiva de los alumnos. Dice Ruiz Amado que “el arte de interrogar es para el maestro el arte de las artes y la manera mas didáctica de enseñar”.
2.- Funciones y tipos.
El interrogatorio sirve para:
a) Recordar conocimientos anteriores, necesarios para la comprensión de un tema nuevo; es el interrogatorio de fundamentación.
b) Inducir la motivación inicial, despertando la atención y el interés de los alumnos hacia un asunto nuevo; es el interrogatorio motivador.
c) Mantener e intensificar la atención de los alumnos, previniendo o interrumpiendo distracciones e indisciplinas; es el interrogatorio disciplinador.
d) Estimular la reflexión y guiar el razonamiento de los alumnos; es el interrogatorio reflexivo o socrático.
e) Diagnosticar deficiencias e incomprensiones de los alumnos en su aprendizaje; es el interrogatorio diagnosticador.
f) Recapitular e integrar la materia; es el interrogatorio retrospectivo o integrador.
g) Comprobar el rendimiento del aprendizaje; es el interrogatorio verificador.
El interrogatorio, frecuente y oportuno, hecho con la debida técnica, atrae la atención de los alumnos y estimula su raciocinio, haciéndoles relacionar, comparar, juzgar, apreciar críticamente las respuestas dadas por los colegas y acompañar atentamente el desarrollo del asunto de la clase. Es, por tanto, un poderoso acicate para el aprendizaje auténtico.
3.- Contenido y forma de las preguntas.
Hay dos tipos fundamentales: (a) preguntas informativas o de memoria, y (b) preguntas reflexivas o de raciocinio.
4.- Al formular las preguntas en clase, tenga en cuenta las siguientes normas:
– Las preguntas deben ser claras, simples y bien definidas, enfocando un punto cada vez. Deben evitarse preguntas compuestas como “¿cuándo, cómo y con quién?”. Desdoblar esta pregunta en tres, formulando una cada vez.
– Deben adaptarse al nivel mental y a la capacidad de los alumnos y expresarse en términos accesibles a su comprensión; ni demasiado fáciles, ni excesivamente difíciles.
– Deben ser interesantes, atractivas, estimulantes y formuladas con habilidad.
– No deben contener la respuesta ni sugerirla.
– Deben ser constructivas, hilvanándolas con lógica y conducentes a una conclusión o punto que quede claro o fijado.
– Deben distribuirse de modo que las respondan sucesivamente el mayor número de alumnos. Nunca se deben limitar a dos o tres alumnos y mucho menos a uno solo.
– Deben exigir frases como respuesta, y no un simple “sí” o “no”; procúrese evitar la mera adivinanza.
5.- Normas para dirigir bien el interrogatorio en clase.
– Cuando sea posible, se deben pedir “voluntarios” para las respuestas, evitando la coacción de la llamada nominal.
– Si la clase es indisciplinada o hay alumnos que monopolizan todas las respuestas, volver al sistema de la llamada nominal.
– Formular la pregunta, siempre y en primer lugar, para la clase entera; después de una corta pausa indicar el alumno que deberá contestar.
– No limitar el interrogatorio a uno o dos alumnos; distribuir las preguntas entre el mayor número posible de ellos, de suerte que puedan participar todos.
– Las preguntas nominales se deben hacer en un orden que los alumnos no puedan prever y de acuerdo con la capacidad probable del alumno designado para contestar. Es inútil llamar a los menos capaces para responder preguntas difíciles.
– No hacer del interrogatorio un castigo ni un instrumento de bochorno, sino un torneo interesante y animado, en el que todos quieran tomar parte.
– Apreciar y elogiar las respuestas acertadas de los alumnos y destacar debidamente los aciertos.
– Demostrar a los alumnos una actitud acogedora, de aprecio y de satisfacción, por los intentos honestos de responder con acierto, aun cuando no lo consigan; ayudar a los vacilantes, tímidos o confusos con estímulos didácticos oportunos.
– Las preguntas formuladas con claridad suficiente no deben ser modificadas ni repetidas muchas veces, Sólo deben modificarse cuando se sienta que no están bien formuladas.
– No satisfacerse con respuestas evasivas, confusas e incompletas; exigir respuestas claras, correctas, bien definidas y enunciadas de forma que toda la clase pueda oírlas.
Luis Alves Mattos. Compendio de didáctica general (adaptación)
Con la autorización de Editorial Kapelusz.