Prendimiento de Jesús
Estando en el Huerto de Getsemaní llegó Judas con mucha gente armada de espadas y bastones. El traidor Judas les había dicho:
– A quien yo bese, Él es. Cuando llegó se acercó a Jesús y dijo:
– ¡Salud Maestro! Y lo besó. Jesús respondió:
– Judas, ¿con un beso me traicionas y entregas? Entonces los guardias lo cogieron y arrestaron. Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó y cortó la oreja a un siervo del sumo sacerdote. Pero Jesús le dijo:
– Pedro, vuelve a meter la espada en la vaina, porque todos los que se sirvan de la espada, por la espada morirán. Tomó la oreja del siervo y la sanó; Luego, vuelto hacia la multitud, dijo:
– Habéis venido a prenderme con espadas y bastones como si fuese un ladrón. Y, sin embargo, todos los días estaba en el Templo entre vosotros y no me habéis arrestado. Pero todo esto ha sucedido para que se cumpliesen las profecías.
Entonces los discípulos abandonaron a Jesús y huyeron.


Jesús ante Caifás
Los soldados llevaron a Jesús a la casa del sumo sacerdote Caifás. Se habían reunido allí los jefes del pueblo y otros sacerdotes. Buscaban falsos testimonios para acusarlo. Algunos dijeron:
– Ha dicho que destruirá el Templo de Dios y construirá otro en tres días. Le preguntaron:
– ¿Qué contestas a estos hombres? Pero Jesús no respondió. El sumo sacerdote le preguntó:
– ¿Eres tú el Cristo, el Hijo de Dios? y Jesús le respondió:
– Si, lo soy. Entonces el sumo sacerdote se rasgó las vestiduras y gritó:
– ¡Ha flasfemado! ¿qué necesidad tenemos de testigos? Y todos dijeron:
– Reo es de muerte. Le escupieron en la cara, lo vendaron y le abofetearon diciendo:
– ¡Adivina! ¿Quién te ha golpeado?. Entretanto, Pedro había seguido a Jesús de lejos y había entrado en el palacio de Caifás.
Negaciones de Pedro
Pedro estaba calentándose con los criados del sumo sacerdote. Había seguido a Jesús para ver lo que le pasaba. Uno de los criados le dijo:
– También estabas con Jesús de Nazaret. Pero Pedro lo negó diciendo:
– No sé de qué me hablas. Y salió un momento. Pero después una criada repitió:
– Creo que verdaderamente era de los que acompañaban a Jesús. Pero lo volvió a negar y dijo que no conocía a Jesús. A pesar de esto, no se convencieron y dijeron:
– Sí, tú eres de los que seguían a Jesús, porque eres galileo; tu forma de hablar nos lo dice claramente. Entonces Pedro empezó a jurar y a gritar cada vez más fuerte:
– De verdad, no conozco a ese hombre; nunca he oído hablar de él.
Entonces cantó un gallo por segunda vez. Pedro se acordó de que Jesús le había dicho:
– Antes de que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres. Salió corriendo y lloró amargamente.
