Lección de Jesús ante los doctores

El Niño iba creciendo y fortaleciéndose lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en él.

Sus padres subían  todos los años a Jerusalén en el día solemne de la Pascua. Cuando cumplió Jesús los doce años, la edad en que un buen israelita empezaba a vivir los preceptos de la Ley, subieron los tres. De todos los pueblos salían en caravanas.

Acabados los días de la fiesta se organizaron las comitivas de regreso: grupos de hombre y de mujeres de los pueblos que hacían la misma ruta, y los siempre correteando, ya con unos ya con otros.

Al finalizar la primera jornada Jesús no apareció. José y María preguntaron a chicos y grandes, y nadie lo había visto por el camino; con el corazón roto de pena volvieron a Jerusalén. Lo buscaron angustiados, hasta que llegaron al templo en donde lo hallaron en una de las dependencias en las que los doctores de la ley instruían al pueblo que asistía. María y José se asomaron y allí lo vieron en medio de ellos, escuchándole y haciéndole preguntas. Todos se maravillaron de la inteligencia de sus respuestas. Se acercó María y le reprochó cariñosamente.

– Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo buscándote afligidos.

– ¿Y por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en casa de mi Padre?

Pasó la adolescencia y se hizo joven. De José aprendió el oficio de artesano y, cuando éste murió, Jesús continuó en el taller hasta los treinta años.

            (Lucas 2, 40-52)

    (Texto adaptado por D. Samuel Valero. Biblia infantil. Editorial Alfredo Ortells, S.L. Valencia. página 164) 

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