
Entró en el Templo y comenzó a expulsar a los que vendían diciéndoles:
– Está escrito: Mi casa será casa de oración, peo vosotros habéis hecho de ella una cueva de ladrones. Y enseñaba todos los días en el Templo. Pero los príncipes de los sacerdotes y los escribas intentaban acabar con él, lo mismo que los jefes del pueblo, pero no encontraban cómo hacerlo, pues todo el pueblo estaba pendiente escuchándole. (Lucas, 19, 45-48).
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«Mi casa será casa de oración»: Jesús subraya la finalidad del Templo. El gesto del Señor enseña el respeto que merecía el Templo de Jerusalén. Cuánta mayor veneración merecen nuestros templos, donde Jesús mismo está realmente presente en la Sagrada Eucaristía.
(Pintura: Cristo expulsando a los mercaderes. VALENTÍN DE BOULOGNE, Galería Nacional de Arte Antiguo. Roma).