Lección de Jesús y Juan Bautista

Anunciación de Juan Bautista  

     Hubo en tiempos de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la familia de Abías, cuya mujer, descendiente de Aarón, se llamaba Isabel. Ambos eran justos ante Dios, y caminaban intachables en todos los mandamientos y preceptos del Señor; no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos de edad avanzada. 
  Sucedió que, al ejercer él su ministerio sacerdotal delante de Dios, cuando le tocaba el turno, le cayó en suerte, según la costumbre del Sacerdocio, entrar en el Templo del Seor para ofrecer el incienso; y toda la concurrencia del pueblo estaba fuera orando durante el ofrecimiento del incienso. Se le apareció un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Y Zacarías se turbó al verlo y le invadió el temor. Pero el ángel le dijo: No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido escuchada, así que tu mujer Isabel te dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Será para ti gozo y alegría; y muchos se alegrarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor, será lleno del Espíritu Santo ya desde el vientre de su madre, y convertirá a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios; e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes a la prudencia de los justos, a fin de preparar al Señor un pueblo perfecto. (Luc 1,5-17)

El arcángel San Gabriel anuncia a Zacarías los tres motivos de gozo por el nacimiento del niño: primero porque Dios le concederá una santidad extraordinaria; segundo, porque será instrumento para la salvación de muchos; y tercero, porque su vida y actividad serán una preparación para la venida del Mesías esperado.
(Pintura: Sagrada Familia con Jesús y Juan Bautista. FONTANA, Próspero. Colección privada)

 Isabel concibió a Juan

   Entonces Zacarías dijo al ángel: ¿Cómo podré yo estar cierto de esto? pues yo soy viejo y mi mujer de edad avanzada. Y el ángel le respondió: Yo  soy Gabriel, que asisto ante el trono de Dios, y he sido enviado para hablarte y darte este buena nueva. Desde ahora, pues, te quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no has creído en mis palabras, que se cumplirán a su tiempo.
   El pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que se demorase en el Templo. Cuando salió no podía hablar, y comprendieron que había tenido una visión en el Templo. Él intentaba explicarse por señas, y permaneció mudo.
Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su ministerio, se marchó a su casa. Después de estos días Isabel, su mujer, concibió y se ocultaba durante cinco meses, diciéndose: Así ha hecho conmigo el Seños, en estos días en los que se ha dignado borrar mi oprobio entre los hombres. (Luc 1,18-25)

Cuando Dios pide nuestra colaboración en una empresa suya hemos de contar más con su omnipotencia que con nuestras escasas fuerzas.
(Pintura: Sagrada Familia con el niño Juan Bautista y Santa Isabel. SASSOFERRATO. Colección privada)

Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios 

   En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María. Y habiendo entrado donde ella estaba, le dijo: dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Ella se turbó al oír estas palabras, y consideraba qué significaría esta salutación. T el ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: concebirás en tu señor y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin.
   María dijo al ángel: ¿De qué modo se hará esto, pues no conozco varón? Respondió el ángel y le dijo: Es Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que nacerá será llamado Santo, Hijo de Dios. Y ahí tienes a tu prima Isabel, que en su ancianidad ha concebido también un hijo, y la que era llamada estéril, hoy cuenta ya el sexto mes, porque para Dios no hay nada imposible. Dijo entonces María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra. Y el ángel se retiró de su presencia. (Luc 1,26-38)

Santa María, maestra de toda nuestra conducta, nos enseña ahora que la obediencia a Dios no es servilismo, no sojuzga la conciencia: nos mueve íntimamente a que descubramos la libertad de los hijos de Dios.
(Pintura: La Anunciación. FRA ANGÉLICO. Museo del Prado. Madrid)


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