
Los escribas y fariseos buscaban un modo de prender a Jesús por traición, para matarlo después. Sin embargo, tenían miedo al pueblo, porque lo querían como a un profeta y lo seguían por todas partes para oír su palabra. Decían:
– No lo hagamos en día de fiesta para que no se levante un tumulto entre el pueblo.
Entonces Satanás entró en Judas Iscariote, uno de los doce apóstoles, el cual fue a los sacerdotes de los judíos y les dijo:
– ¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego? Respondieron:
– Treinta monedas de plata. Y Judas aceptó.