
Objetivo:
Comprender el juicio particular y el juicio final.
Llegará un tiempo, no sabemos cuándo, en que vendrá el juicio final. Primero habrá guerras, terremotos, las estrellas se bambolearán, el Sol dejará de alumbrar y la Luna de brillar. Y, por último, será el juicio universal. Jesucristo se aparecerá con gran poder y majestad ante toda la humanidad a juzgar el bien o el mal que hayamos hecho. Los malos estarán espantados por las iniquidades que hicieron. Los justos, gozando del bien que obraron. Vendrá Jesucristo acompañado de todos los ángeles. Se sentará sobre un trono de gloria. A los justos dirá: «Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino» Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, peregriné y me acogisteis, estaba desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, preso y vinisteis a verme». Y, por último, añadirá: «En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a Mi me lo hicisteis».
Y el Señor dirá a los malos: «Apartaos de Mi malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui peregrino y no me alojasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis». Y por último, Jesús les dirá: «En verdad os digo que cuando dejasteis de hacer eso con uno de estos pequeñuelos, conmigo dejasteis de hacerlo. E irán al suplicio eterno. Y los justos a la vida eterna».
Dios ama tan profundamente el bien que hagamos a nuestros semejantes, que nos va a dar por recompensa su gozo eterno. Pero Dios aborrece de tal forma a los que dejaron de obrar el bien que los condenará al suplicio eterno. Jesús nos lo dice claramente: «Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces dará a cada uno según sus obras».