
Ordinariamente la adolescencia comienza a los once o doce años para las chicas y dos años más tarde para los chicos. Suele durar entre dos y cuatro años. Es una etapa de desarrollo y transformación tanto fisiológico como espiritual.
El chico que antes era amable, estudioso y sensato se vuelve antipático, rebelde y contradictorio. Esto es normal y los padres lo han de aceptar.
En esta edad se da cuenta de que es persona con pensamiento propio y descubre su intimidad. El adolescente no quiere seguir siendo niño, aunque siente nostalgia de esa etapa previa, pero tampoco quiere ser un adulto según los modelos que tiene delante. Suele rechazar las indicaciones de los adultos y no soporta que le pregunten por sus estudios o por su comportamiento.
¿Qué podemos hacer para ayudarle? Es necesario que nuestra presencia sea más discreta y que no tenga la impresión de que se le vigila. Hay que buscar ocasiones de diálogo y de confianza, pero sin forzarlas. Ha de sentir que los padres confían en él y se le estima. El adolescente debe resolver sus problemas, pues una ayuda no necesaria significa de hecho una limitación y una humillación para quien la recibe.
(Pintura: Tocador de la laúd. STROZZI, Bernardo. Kunsthistorisches Museum. Vienna).