
Después de la resurrección, Jesús se apareció durante cuarenta días a sus discípulos. Estaban seguros de que estaría con ellos porque les había dicho:
– Estaré con vosotros hasta el fin del mundo. Lo que atareis en la tierra quedará atado en los cielos. A Pedro le dijo:
– Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré la Iglesia. Id y enseñad a todas las gentes.
Y el mensaje divino calaba hondo en las mentes de aquellos hombres sencillos y humildes, que irían a predicar la doctrina cristiana a todos los países del mundo.
Un día les llevó cerca de Betania. En el Monte de los Olivos levantó las manos y los bendijo. De pronto se fue elevando por los aires. Luego, una nube lo ocultó a los ojos de todos. Mientras los discípulos contemplaban cómo la nube se alejaba, dos ángeles aparecieron y dijeron:
Varones de Galilea, ¿qué hacéis mirando a lo alto? Este Jesús que os ha sido arrebatado al Cielo, vendrá otra vez al fin del mundo, con la misma majestad con que hoy le visteis subir.