Lección de La Comunión

La Sagrada Comunión es recibir al mismo Jesucristo bajo las especies de pan y vino.

   Es el alimento de nuestras almas, nos aumenta la gracia y es promesa de la vida eterna.

   Se debe comulgar porque Jesús dijo: «Si no comiereis la carne del Hijo del hombre y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros.» (Juan 6,64). Se hace la primera comunión al llegar al uso de razón. Se debe comulgar, por lo menos, una vez al año por Pascua de Resurrección (tercer mandamiento de la Iglesia) y en peligro de muerte.

   Para recibir bien la Comunión son necesarias tres cosas: estar en gracia de Dios (sin pecado mortal), guardar el ayuno eucarístico y saber a quién recibimos.

El ayuno eucarístico consiste en no haber comido ni bebido nada desde una hora antes de comulgar. El agua no rompe el ayuno.

   Nos hemos de acercar a comulgar con fe viva, fervor, humildad y modestia.

   El que comulga en pecado mortal comete un horrible sacrilegio.

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