Lección de La conciencia moral

De poco habría servido el haber grabado Dios en la naturaleza humana la ley moral, que dirige y salvaguarda la libertad, si al mismo tiempo no le hubiera dado una capacidad connatural de conocerla; de modo que los imperativos morales realmente orientan la conducta del hombre hacia Dios, que es el autor de la ley. Pero la Providencia no falla y, como enseña la Constitución Pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II,

    «en lo profundo de sus conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia está la dignidad humana y por la cual será juzgado. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella» (n. 16).

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